Hola, hola!
Antes de nada, quiero pedir disculpas. Esta entrada no está preparada. Es la respuesta al caos que tengo ahora mismo en la cabeza, al cansancio, a la tristeza y a las ganas que tengo de volver a la rutina, al colegio y a ver a mis peques.
Me gustaría también que quedase claro que no es una queja ni a la gestión educativa, simplemente un testimonio de cómo se ha vivido y se está viviendo la situación. Un "desahogo".
Me gustaría también que quedase claro que no es una queja ni a la gestión educativa, simplemente un testimonio de cómo se ha vivido y se está viviendo la situación. Un "desahogo".
Estos días estoy escribiendo más entradas que nunca. Eso sí, aquí no. Llevo unas 65. Record personal en constancia con un blog.
Bueno... si no fuera por obligación estaría super contenta.
Os cuento un poco mi experiencia con esta situación.
Desde un primer momento he hablado con mi alumnado sobre el virus. Desde principios de año uno de mis peques se volvía un poco loquito cada vez que se nombraba y no era de extrañar. Llegó a Italia y al pobre cada vez se lo veía más nervioso. Todos los días me saludaba con "ya hay más casos" así que hice todo lo posible por informarme bien y transmitirles a ellos la información.
Creo que lo conseguí y sin saberlo, les preparé para esta situación para la que ni yo misma estaba preparada. Una mamá hace poco me dijo que gracias a esas explicaciones veía que su hija entendía la situación y que incluso les tranquilizaba a ellos y a sus hermanos. (También tengo que decir que mis niños de este año son especiales. Son empáticos, escuchan y razonan... es un grupazo).
La sombra del cierre de los colegios estaba sobre nosotros pero no lo acababamos de creer. Los peques llegaban todos los días y nos preguntaban como... ilusionados. (El sueño de cualquier niño, no nos vamos a engañar. ¡¡¡Se cierran los coles!!! Ahora ya no piensan lo mismo.) Intentabamos seguir las clases con cierta normalidad, empezamos a insistir más en mantener la distancia, desmontamos las mesas en U para ponerlas de forma individual (después de una charla con ellos, lo debatimos y se dieron cuenta de que era un "rollazo" pero lo más seguro), utilizamos hidrogel en clase, si alguien estornudaba tenía que lavarse las manos, etc.
Se olía la tensión en el colegio en general. Era como si viesemos venir a un tren a toda leche y no pudieramos más que poner cojines a nuestro alrededor.
En esos días las noticias de la consejería eran claros: LOS COLEGIOS NO SE CIERRAN. Claro que al día siguiente (jueves) se cerraron los colegios de Oviedo. Llegó la noticia en pleno recreo y los niños subieron a clase sabiéndolo. Plumi, pensé, si Oviedo cierra, a nosotros nos queda un suspiro. Hablé con los peques con tranquilidad. Ellos estaban llenos de dudas, lógicamente. Les pedí que ese día se llevasen los libros a casa, tenía bastante claro que la noticia iba a llegar en cuestión de horas y... así fue. Las clases presenciales se cancelaron oficialmente esa tarde y yo, no he vuelto a ver a mis pequeñajos.
El viernes teníamos que ir los profes. Se ven fotos curiosas de aquellos días: claustros en el patio, por ejemplo. Nosotros fuimos uno de esos grupos que se reunió al aire libre y respetando, por primera vez, la distancia de seguridad. Tuvimos también, una CCP. En ella acordamos trabajar mediante blogs. Tenemos la suerte de que gran parte de nuestro alumnado tiene medios pero faltaba saber si tenía competencias digitales. No es fácil plantear esta situación. "Eh! Pasamos a formación online". Y lo mucho que me alegré en ese momento de ser tutora de 5º. Me imagino con mis pequeñajos de 1º del año pasado y no sabría ni cómo empezar.
Las primeras semanas fueron muchas horas pero yo estaba bien. Tenía energía, ganas y vivía día al día, como intento hacer ahora mismo aunque os digo que ahora ya me pesa pensar en el futuro. Los peques respondieron como no nos lo imaginábamos: trabajaron, se esforzaron y empezaron a ganar en las competencias digitales...
Sinceramente, me consideraba "afortunada". ¿Por qué? (Reconozcamos que usar esa palabra ahora es, lo menos, curioso)
Lo primero, lo que os acabo de decir: soy tutora de 5º puedo plantear cosillas que con otros niveles sería imposible. Además, tengo la suerte de que el 100% de mi alumnado tiene conexión a internet y dispositivos electrónicos por lo que pueden hacer las tareas.
Más importante, mi familia está bien. Es verdad que mi madre se arriesga casi todos los días en su trabajo, pero estamos bien. Mi padre bueno... en ese momento también estaba bien.
Y, además, vamos a ser claras (un poco más): no tengo personas a mi cuidado. Bueno, lo dicho, a mi padre pero en ese momento estaba bien. Dicho de otra forma, me podía dedicar al 100% al colegio y eso, en esta situación, ha sido una suerte.

También tengo compañeros que cuando se encuentran a otros maestros/as en el super o en la calle se sorprenden de que estemos tan cargados de trabajo. "Ah... si total, se les manda unas fichas los lunes y listo". Bueno, nosotros nos hemos organizado de otra forma, intentando tener un contacto diario con los peques. Está claro que nunca contentaremos a nadie pero, al menos, podemos tener la
conciencia de que estamos haciendo todo lo posible.
Según han ido pasando las semanas el cansancio se está instalando tanto en mí, como en mis compañeros y, atención, en los propios peques.
He ido aguantando psicológicamente toda la cuestión del aislamiento pero empiezo a ir cuesta abajo y sin frenos.
¿Qué me pesa? Me pesa pensar en el futuro. Eso que estaba intentando evitar. Pensar en que el año que viene me toca un nuevo colegio, un nuevo grupo y... una forma de trabajo desconocida. Creo firmemente que esta nueva educación a la que nos hemos visto forzados a acomodarnos puede ser útil en ciertas etapas pero en Primaria tiene una base sólida en los meses presenciales que hemos podido compartir. En ellos, los profes hemos podido tejer esas redes de emociones tan importantes para generar un buen aprendizaje.
Y me pesa algo importante también... no los voy a volver a ver. Han sido un grupo especial para mí. Mi grupo como funcionaria en prácticas pero además... estaba en casa. He tenido la suerte de conseguir el primer cole de la lista. No trabajo donde vivo pero sí donde crecí. El primer día que crucé la curva con el coche se me cayeron las lágrimas de la emoción porque tenía todavía un significado mayor el empezar el camino como funcionaria... en casa. En un ambiente de 10, con unos compañeros estupendos...
Todavía no tengo destino definitivo pero el provisional me gusta y mucho. Eso sí, aunque me guste creo que el año que viene mi lugar está donde estoy este año. ¿Por qué? Simple: conozco a mis alumnos, sé de qué cojean, sé cuáles son sus puntos fuertes, sé lo que hemos visto este año, lo que no... conozco a sus familias, sus situaciones, sus características y me puedo adaptar a ellas porque, insisto: los conozco. No conozco a los que me tocarán el año que viene y, si siguen con la idea de una semana en el cole y dos en casa, me costará mucho hacerlo.
Sigo pensando, quizás en mi utopía personal, que las autoridades deberían plantear también esta situación.
Los maestros y las maestras debemos continuar con nuestro alumnado.
¿Qué pensáis?
Un abrazoooote enorme,
Plumita
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